Alrededor de 1516, Tomás Moro publica un libro y una palabra: Utopía.
La Utopía es un no-lugar. Su capital es Amauroto (en griego: sin muros), regada por el río Anhidro (sin agua) y regida por un funcionario cuyo título es Ademo (sin pueblo). La Utopía es un ejercicio de imaginación.
No es la primera. El Paraíso es un antecedente obvio, seguro y tranquilizador para algunos. La República de Platón explica también ese estado ideal que es necesario para que algo sea utópico.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiM2MictBfmhUKfQa61kQkv1rhvM1OsqJGXTznt1yp5PHS2Gag3qv_33cTI9eggjEngC1fp18fk3lc4E5MazNdv-BAECAu0KYHhU3DqYcu57JGb0f9g4L8ULpbA5uxW50Q7Zi0_EG4vckk/s320/250px-Fernando_de_Noronha_-_vista_aera.jpg)
Inspirado por el relato del viajero Américo Vespucio, y por la descripción de la isla de Fernando de Noronha, Moro sueña una isla en la que sus ciudadanos viven en comunidad, en paz y armonía.
Las utopías son sueños de la razón. Y su contracara suele mostrar relatos apocalípticos de sociedades tiránicas e infelices, en futuros cercanos y amenazadores.
Si las utopías son los sueños de la razón, entonces, los monstruos que producen son estos relatos desesperados de mundos que nada tienen de imposibles: las llamadas distopías.
Voy a tomarme la licencia de llamarlas de otra manera. Distopías parece hacer referencia a una diferencia, y no a una oposición. Es más apropiado hablar de contrautopías o antiutopías.
Mientras las utopías son ideales e imposibles, las contrautopías son cercanas. No sólo son posibles, sino que en cierta medida ya se encuentran, de maneras solapadas, sucediendo en la realidad; son totalmente materiales.
Mientras las utopías son optimistas y libertarias, las contrautopías son negativas, oscuras y opresivas.
Pero la diferencia más perturbadora es quizás la que viene a continuación: dejaron de producirse utopías de calidad a partir del siglo XX. Sin embargo, su contracara, las contrautopías, eran prácticamente desconocidas antes de este siglo. El siglo XX es un siglo negro por donde se lo mire. Es el siglo con más muertes. Es el siglo más sangriento. Dos veces el mundo entero estuvo en guerra. El oscuro temor de que la más terrible de las contrautopías es la que estamos viviendo ahora nos paraliza, nos imposibilita el cambio, nos destruye como seres humanos.
Todas estas sofocantes historias plantean un futuro cercano, un gobierno totalitario, y formas de comunicación y control profundamente aceitadas y arraigadas. Nuevas tecnologías destinadas al control de los sucesos, los pensamientos, los discursos.
Es aquí donde entramos a la parte que me interesa… los vidrios. Durante el siglo XX el mundo se lleno de cristales. Ventanas. Luces. Ventanas. Ojos. Ventanas. Lentes. Ventanas. Vasos. Ventanas. Espejos.
En 1921, Evgeni Zamiatin publica “Nosotros”, la primera contrautopía de importancia, que, como veremos, serviría de inspiración a muchas otras. En ella, los ciudadanos viven en un Estado Unico, en eterna guerra con un enemigo desconocido. Todos visten igual, todos piensan lo mismo. Sus nombres, que no es más que aquello que los define como seres sociales, son reemplazados por códigos. Y una tecnología específica e imaginada por este autor, absolutamente original, contrautópica; posible: las casas en donde los ciudadanos del Estado Único viven son hechas total e íntegramente, de cristal. Los individuos sólo pueden utilizar cortinas en los momentos de intimidad, los cuales están cuidadosamente regulados, administrados y controlados por el Estado Único.
En 1945, el arquitecto Philip Johnson comienza a realizar el diseño esquemático de lo que sería su casa de vidrio, y en 2007, es inaugurada. El monstruo de la razón había sido producido y puede visitarse en Carolina del Norte, Estados Unidos, o a través de otra ventana, en http://philipjohnsonglasshouse.org.
El grupo musical Radiohead, en su album de 2001, Amnesiac, incluyeron esta sorprendente e inquietante canción, llamada Life in a Glass House. Con una armonía discordante y repleta de instrumentos de viento, la canción recuerda a los años 30, pero contiene una letra que vale la pena detenerse a analizar.
Para los que no conocen el inglés, les dejo mi torpe intento de traducción. La recomendación, por supuesto, es tener en cuenta las dificultades intrínsecas a la hora de traducir poesías, como son, la pérdida de rimas, métrica, insinuaciones del lenguaje, juegos de palabras, etc:
Viviendo en una casa de cristal
Otra vez, estoy en problemas con mi única amiga
Ella está empapelando los paneles de la ventana
Está vistiendo una sonrisa
Viviendo en una casa de cristal
Otra vez, en paquete como comida congelada y caldo de gallinas
Piensa en todos los hambrientos millones
No habla de política y ni arroja piedras
Su Alteza Real
Bueno, por supuesto que me encantaría sentarme por aquí a charlar
Bueno, por supuesto que me encantaría quedarme a masticar la grasa
Bueno, por supuesto que me encantaría sentarme por aquí a charlar
Pero alguien nos esta escuchando.
Otra vez, estamos ávidos de algún linchamiento
Ese es un extraño error para cometer
Deberías poner la otra mejilla
Viviendo en una casa de vidrio.
Bueno, por supuesto que me encantaría sentarme por aquí a charlar
Bueno, por supuesto que me encantaría quedarme a masticar la grasa
Bueno, por supuesto que me encantaría sentarme por aquí a charlar
Pero alguien nos esta escuchando.
¿A qué vienen estas dos materializaciones, la canción de Radiohead y la casa de Johnson, de la predicción de Zamiatin? La película Niños del Hombre (Children of Men), basada en el libro homónimo de P. D. James y protagonizada por Clive Owen y Julianne Moore, está repleta de pistas escondidas para el observador atento. Una de ellas es una escena, en la que Theo (Clive Owen) se encuentra discutiendo de temas políticos con un brillante amigo (y brillante actor también: Michael Caine), un viejo hippie que vive retirado en el bosque en una casa que tiene una enorme similitud con la casa de cristal de Johnson. En la discusión, Caine decide poner música y, por supuesto, la canción que escuchan, mientras fuman marihuana, es la de Radiohead, que mencionamos.
La metáfora de la casa de vidrio es adoptada de alguna manera en muchas de las contrautopías que le siguieron a la novela de Zamiatin. Uno de los más célebres ejemplos es 1984, de George Orwell. Hay una comparación accesible e interesante entre Nosotros y 1984 en este link.
En la contrautopía de Orwell, las casas de vidrio son reemplazadas por una tecnología mucho más sutil, pero igual de efectiva en sus efectos: La telepantalla, presente en todos los departamentos de los ciudadanos de Oceanía, pero también en el espacio público. El control de la telepantalla es total. En algún sentido, opera como una inversión de la televisión, ya que en donde se encuentra, no emite imágenes, por lo menos no exclusivamente, sino que las captura, como una especie de cámara panóptica.
Volviendo a Radiohead, ellos también han compuesto una canción referida al libro de Orwell, lanzada en el album del año 2003 “Hail to the Thief” (que vendría a significar algo así como un aplauso para el ladrón, un juego de palabras que oculta el paso de la trillada frase Hail to the Chef – “aplauso para el cocinero”- primero hasta “Hail to the Chief” -aplauso para el jefe”- y luego a la frase mencionada). La canción se llama 2+2=5, en alusión a la sesión de tortura en la que el protagonista de la novela se ve obligado a admitir, que, si el Estado afirma que la suma de dos más dos da cinco, esto es cierto. La letra de esta canción es mucho más difícil de traducir, y el riesgo de cercenar su sentido es mucho mayor, por lo que quedará como privilegio para los que conocen el inglés mejor que yo, y leyeron la novela de Orwell. Sólo me limitare a pegarla aquí.
Por nuestra parte, nosotros, los ciudadanos reales de los imperios reales, ni utópicos ni contrautópicos, ni héroes ni antihéroes, solemos vivir nuestras vidas, creyendo que somos dueños de nuestra voluntad. Y voluntariamente, si, voluntariamente, compartimos nuestra vida con los demás, instalamos pequeñas cámaras en nuestras habitaciones, abrimos espacios para que nos vean, para que nos lean, como los blogs. Tenemos, con seguridad, más de una pantalla en nuestros hogares, llevamos con nosotros pequeños aparatitos que les permiten a los demás localizarnos, estemos donde estemos. Cumplimos así uno de los mayores temores de estos autores: el que los ciudadanos resignen porciones (totales) de su libertad, en beneficio del orden.
Les confiamos a nuestras pantallas el trabajo de informarnos, de decirnos lo que podemos y debemos pensar. Creemos que nuestra libertad crítica radica en ver, por un lado, lo que nos dice la tele, por otro lo que nos dicen los diarios, y con estas dos posturas, formar nuestra propia opinión, sin sospechar que quizá, ese canal y ese diario pertenezcan a las mismas personas.
Nos cuentan historias terribles, y nos atemorizamos. Nos aconsejan vivir en nuestros hogares, pero nuestros hogares son de vidrio.
La esperanza también puede resumirse en uno de los elementos simbólicos más importantes de la contrautopía. Y para ilustrarla, también es útil acudir a la narrativa y el cine. La enfermedad que tenía el villano de la película “El Protegido”, de Night Shyamalan llamada osteogénesis imperfecta, hacía que el malvado Samuel Jackson, reciba fracturas con notoria facilidad. Esta condición es conocida como la “enfermedad de los huesos de vidrio”. El villano, aunque astuto, es débil como el cristal, y puede quebrarse ante el golpe menos pensado.
La Utopía es un no-lugar. Su capital es Amauroto (en griego: sin muros), regada por el río Anhidro (sin agua) y regida por un funcionario cuyo título es Ademo (sin pueblo). La Utopía es un ejercicio de imaginación.
No es la primera. El Paraíso es un antecedente obvio, seguro y tranquilizador para algunos. La República de Platón explica también ese estado ideal que es necesario para que algo sea utópico.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiM2MictBfmhUKfQa61kQkv1rhvM1OsqJGXTznt1yp5PHS2Gag3qv_33cTI9eggjEngC1fp18fk3lc4E5MazNdv-BAECAu0KYHhU3DqYcu57JGb0f9g4L8ULpbA5uxW50Q7Zi0_EG4vckk/s320/250px-Fernando_de_Noronha_-_vista_aera.jpg)
Inspirado por el relato del viajero Américo Vespucio, y por la descripción de la isla de Fernando de Noronha, Moro sueña una isla en la que sus ciudadanos viven en comunidad, en paz y armonía.
Las utopías son sueños de la razón. Y su contracara suele mostrar relatos apocalípticos de sociedades tiránicas e infelices, en futuros cercanos y amenazadores.
Si las utopías son los sueños de la razón, entonces, los monstruos que producen son estos relatos desesperados de mundos que nada tienen de imposibles: las llamadas distopías.
Voy a tomarme la licencia de llamarlas de otra manera. Distopías parece hacer referencia a una diferencia, y no a una oposición. Es más apropiado hablar de contrautopías o antiutopías.
Mientras las utopías son ideales e imposibles, las contrautopías son cercanas. No sólo son posibles, sino que en cierta medida ya se encuentran, de maneras solapadas, sucediendo en la realidad; son totalmente materiales.
Mientras las utopías son optimistas y libertarias, las contrautopías son negativas, oscuras y opresivas.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbCvGNOvu0IfSuqrI7KfrdQMfvI6MBZY-NsonFMxQhl-Vj2WD7I7CrnT2IB2bUoe4qU8yas5YxSG2hKOn7GvfxzZKwmcNTaddaL3UTiMwtJBAKZpwJh-uchJC5TrPexJnD9s93tUtL2UE/s320/mass_media__by_digitalxdefiant.jpg)
Todas estas sofocantes historias plantean un futuro cercano, un gobierno totalitario, y formas de comunicación y control profundamente aceitadas y arraigadas. Nuevas tecnologías destinadas al control de los sucesos, los pensamientos, los discursos.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBiFEO8blW55nKrHuomuhhhMghnRHHSjvHpPEt-qsODixN6SSMj0w5I2yVI6cYSh8rsNqJ2W3dfJwpHQElFW_qO_pI0dKvdm9wY9iG666sp6yNL1aM3XaxUEh60y1YNwTxjssJ2H5fKq8/s320/Glass_Windows_by_DivineError.jpg)
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El grupo musical Radiohead, en su album de 2001, Amnesiac, incluyeron esta sorprendente e inquietante canción, llamada Life in a Glass House. Con una armonía discordante y repleta de instrumentos de viento, la canción recuerda a los años 30, pero contiene una letra que vale la pena detenerse a analizar.
Para los que no conocen el inglés, les dejo mi torpe intento de traducción. La recomendación, por supuesto, es tener en cuenta las dificultades intrínsecas a la hora de traducir poesías, como son, la pérdida de rimas, métrica, insinuaciones del lenguaje, juegos de palabras, etc:
Viviendo en una casa de cristal
Otra vez, estoy en problemas con mi única amiga
Ella está empapelando los paneles de la ventana
Está vistiendo una sonrisa
Viviendo en una casa de cristal
Otra vez, en paquete como comida congelada y caldo de gallinas
Piensa en todos los hambrientos millones
No habla de política y ni arroja piedras
Su Alteza Real
Bueno, por supuesto que me encantaría sentarme por aquí a charlar
Bueno, por supuesto que me encantaría quedarme a masticar la grasa
Bueno, por supuesto que me encantaría sentarme por aquí a charlar
Pero alguien nos esta escuchando.
Otra vez, estamos ávidos de algún linchamiento
Ese es un extraño error para cometer
Deberías poner la otra mejilla
Viviendo en una casa de vidrio.
Bueno, por supuesto que me encantaría sentarme por aquí a charlar
Bueno, por supuesto que me encantaría quedarme a masticar la grasa
Bueno, por supuesto que me encantaría sentarme por aquí a charlar
Pero alguien nos esta escuchando.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggllKXOdgXPrpob6BnHsHI1c1uLbO7goD3FsNJ_GQ7S7iJyMvHhQ6RtglVkdcg6LHxl7F9kbRGb5uvWoNC9QFUr2pQ0uaSNy4dgk09tLTauf2YjbwJGDUrehE5Xs1l8TPwvC3zgHmDUx0/s320/childrenofmen.jpg)
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En la contrautopía de Orwell, las casas de vidrio son reemplazadas por una tecnología mucho más sutil, pero igual de efectiva en sus efectos: La telepantalla, presente en todos los departamentos de los ciudadanos de Oceanía, pero también en el espacio público. El control de la telepantalla es total. En algún sentido, opera como una inversión de la televisión, ya que en donde se encuentra, no emite imágenes, por lo menos no exclusivamente, sino que las captura, como una especie de cámara panóptica.
Volviendo a Radiohead, ellos también han compuesto una canción referida al libro de Orwell, lanzada en el album del año 2003 “Hail to the Thief” (que vendría a significar algo así como un aplauso para el ladrón, un juego de palabras que oculta el paso de la trillada frase Hail to the Chef – “aplauso para el cocinero”- primero hasta “Hail to the Chief” -aplauso para el jefe”- y luego a la frase mencionada). La canción se llama 2+2=5, en alusión a la sesión de tortura en la que el protagonista de la novela se ve obligado a admitir, que, si el Estado afirma que la suma de dos más dos da cinco, esto es cierto. La letra de esta canción es mucho más difícil de traducir, y el riesgo de cercenar su sentido es mucho mayor, por lo que quedará como privilegio para los que conocen el inglés mejor que yo, y leyeron la novela de Orwell. Sólo me limitare a pegarla aquí.
Por nuestra parte, nosotros, los ciudadanos reales de los imperios reales, ni utópicos ni contrautópicos, ni héroes ni antihéroes, solemos vivir nuestras vidas, creyendo que somos dueños de nuestra voluntad. Y voluntariamente, si, voluntariamente, compartimos nuestra vida con los demás, instalamos pequeñas cámaras en nuestras habitaciones, abrimos espacios para que nos vean, para que nos lean, como los blogs. Tenemos, con seguridad, más de una pantalla en nuestros hogares, llevamos con nosotros pequeños aparatitos que les permiten a los demás localizarnos, estemos donde estemos. Cumplimos así uno de los mayores temores de estos autores: el que los ciudadanos resignen porciones (totales) de su libertad, en beneficio del orden.
Les confiamos a nuestras pantallas el trabajo de informarnos, de decirnos lo que podemos y debemos pensar. Creemos que nuestra libertad crítica radica en ver, por un lado, lo que nos dice la tele, por otro lo que nos dicen los diarios, y con estas dos posturas, formar nuestra propia opinión, sin sospechar que quizá, ese canal y ese diario pertenezcan a las mismas personas.
Nos cuentan historias terribles, y nos atemorizamos. Nos aconsejan vivir en nuestros hogares, pero nuestros hogares son de vidrio.
La esperanza también puede resumirse en uno de los elementos simbólicos más importantes de la contrautopía. Y para ilustrarla, también es útil acudir a la narrativa y el cine. La enfermedad que tenía el villano de la película “El Protegido”, de Night Shyamalan llamada osteogénesis imperfecta, hacía que el malvado Samuel Jackson, reciba fracturas con notoria facilidad. Esta condición es conocida como la “enfermedad de los huesos de vidrio”. El villano, aunque astuto, es débil como el cristal, y puede quebrarse ante el golpe menos pensado.
3 comentarios:
te quedo lindo, se ve q estuviste usando el apunte de dreamweaver.
nos vemos lindo.
cuidate.
mel.
A propósito del término "utopía" y de sus usos te dejo este enlace a una entrevista a Peter Sloterdijk titulada "La utopía ha perido su inocencia".
Saludos.
Efectivamente la palabra correcta para todo lo que te has referido es Distopía y no contrautopía (a decir verdad si hubieses querido hablar de un correcto neologismo para contrario a Utopía sería... Anti-utopía, pero reitero toda la temática desarrollada en tu discurso es efectivamente la Distopía). Hecha las correcciones del caso, quiero decir que me encantó la entrada. Y junto con tu reflexión, me gustaría decir que vivimos en la Topía, hoy de carácter indefinido. Sinceramente hablar de espacios, de "tópicos" de consistencia física definida, da paso pensar en lo intemporal, las ucronías... bien podríamos incluso hoy hablar de otro neologismo, las discronías. Saludos y Éxito.
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