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Alguien sufre un traspié.
Tropieza con una baldosa que asoma, tramposa, del suelo. La calle esta dura, no hay caso.
Tropieza con una baldosa y arroja el pie, el tropezado, hacia adelante, en una breve y desenfrenada búsqueda de un soporte que soporte la inercia, la que se abalanza sobre el cuerpo, ese que a su vez, se inclina hacia el suelo. Ese que está duro, como la calle.
Recupera el equilibrio, dando alguna que otra zancada.
No pasó nada. Rostro aliviado. Mira a su alrededor a la búsqueda de alguna posible burla. No la hay, así que se acomoda el cuello del saco, y camina con paso desafiante hacia el resto de un triste día.
Una señora camina con su marido y su pequeño hijo, que juega con un amiguito, probablemente compañero del preescolar, quizás hermano. Los niños parecen estar peleando. Uno persigue al otro, y éste último se acerca sin ningún miedo al cordón de la vereda.
_ A la calle no! Interviene la mujer. Cuando lleguemos a casa si quieren se matan, pero no acá que los va a pisar un auto.
El padre ríe. Los niños siguen jugando sin advertir que, de una manera u otra, tienen los días contados.
Pasa una adolescente con un culo incomprensible. Es rubia y bronceada. Por su manera de caminar y de vestir, es fácil darse cuenta que se ha visto al espejo esta mañana, y se ha encontrado hermosa, como siempre.
Se me ocurre pensar en lo ingrata que es la vida, que no permite que la belleza esté en todos. En todas, para ser sincero. Sin saberlo, ese trasero armónico ha dado lugar a una reflexión filosófica (de parte de un no-filósofo) de las más profundas que puedan existir en esta posmodernidad que nos parió.
Está anocheciendo. Tita, la verdulera (siempre se llaman Tita), sale del negocio para guardar la pizarra que muestra las ofertas a los peatones. Las frutillas hoy cuestan $4,50 el kg., pero esta noche las frutillas dejarán de costar, lo cual no nos asegura que mañana cuesten lo mismo.
En épocas de inflación hay muchas tizas y trapos húmedos tras los negocios.
Todas estas cosas, y algunas otras también intrascendentes, de verdad ocurren en el mundo de todos, ese que no sale por la tele. Ese que no existe.
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